9 Datos Espeluznantes Sobre Tus Autores Favoritos
La literatura está llena de magia, pero también de sombras. Detrás de cada clásico que hoy veneramos, hay un ser humano de carne y hueso con obsesiones, tragedias y episodios inquietantes que muchas veces quedan ocultos bajo la brillantez de su obra. Hoy vamos a abrir el telón y mostrarte 9 datos espeluznantes de escritores que marcaron la historia de la literatura.
Prepárate: algunos de estos secretos cambiarán para siempre la manera en la que lees sus libros.
1. Lewis Carroll y su perturbadora obsesión por Alice Liddell
Charles Lutwidge Dodgson, más conocido como Lewis Carroll, fue el hombre que dio vida a Alicia en el país de las maravillas. Lo que pocos saben es que Carroll desarrolló una obsesión por Alice Liddell, una niña de apenas once años que inspiró a su famosa protagonista.
El escritor, de por aquel entonces 31 años, la retrataba constantemente en fotografías y diarios, y mantenía una relación demasiado intensa con ella para los estándares actuales. Tanto, que la familia de Alice acabó rompiendo el contacto con él… Y menos mal.
2. Dostoievski y el fusilamiento que nunca ocurrió
El genio ruso Fiódor Dostoievski, autor de Crimen y castigo, estuvo a segundos de morir fusilado. En 1849 fue arrestado por participar en un grupo intelectual prohibido. Tras meses de prisión, fue llevado a la plaza para ser ejecutado junto a otros compañeros.
Con los ojos vendados y frente al pelotón de fusilamiento, un mensajero interrumpió la escena con un indulto del zar: la pena de muerte había sido conmutada por cuatro años de trabajos forzados en Siberia. Aquella experiencia traumática marcó para siempre su literatura, llena de personajes al borde del abismo, como él.
3. William Burroughs y el “juego” que terminó en tragedia
El escritor beat William Burroughs, autor de El almuerzo desnudo, protagonizó uno de los episodios más macabros de la literatura moderna. En 1951, durante una noche de alcohol en Ciudad de México, jugaba con su esposa Joan Vollmer a una especie de “Guillermo Tell”: él debía disparar a un vaso colocado sobre su cabeza.
El resultado fue trágico: Burroughs falló y mató accidentalmente a su mujer de un disparo en la frente. Aunque siempre alegó que fue un accidente, aquel hecho lo persiguió el resto de su vida y dejó una huella oscura en su obra.
4. George Orwell y la siniestra “Habitación 101”
En 1984, George Orwell describe la temida Habitación 101, donde los prisioneros sufren sus peores miedos. Muchos creen que se trata de una simple invención literaria, pero en realidad tiene un origen más cotidiano… y espeluznante.
Orwell bautizó así la cámara de tortura en honor a la Sala 101 de la BBC Broadcasting House, donde durante la Segunda Guerra Mundial soportó reuniones interminables, tediosas y humillantes. Para él, ese espacio simbolizaba la desesperación absoluta. Su burla personal se transformó en una de las metáforas más escalofriantes de la literatura.
5. J. M. Barrie y la identidad de su hermano muerto
El creador de Peter Pan, J. M. Barrie, creció bajo la sombra de una tragedia familiar. Cuando tenía seis años, su hermano David —el favorito de su madre— murió en un accidente de patinaje. La pérdida devastó a la familia, especialmente a su madre.
Para consolarla, Barrie empezó a vestirse con la ropa de su hermano fallecido y a imitar sus gestos, intentando llenar su vacío. Aquella experiencia marcó profundamente su vida y su obra: un niño que nunca crece, atrapado entre la inocencia y la muerte.
6. H. P. Lovecraft: genio maldito y olvidado en vida
Hoy considerado uno de los padres del terror moderno, H. P. Lovecraft murió en la más absoluta pobreza. Durante su vida apenas logró vender unas 200 copias de sus libros, y pasó sus últimos días enfermo de cáncer de intestino, y sin recursos para alimentarse adecuadamente.
Lo más irónico: su universo de monstruos cósmicos y horrores indescriptibles, que hoy inspira películas, cómics y videojuegos, apenas fue valorado en vida. Lovecraft murió pobre en 1937 sin saber que se convertiría en un autor de culto mundial.
7. Charles Dickens, cazador de fantasmas
El autor de Oliver Twist y Cuento de Navidad era un apasionado del espiritismo. Lo que no muchos saben es que Charles Dickens se unió a sociedades de cazadores de fantasmas y participaba en sesiones para contactar con los muertos. De hecho, fue un importante miembro del “Ghost Club”, el grupo de investigación paranormal más famoso de Londres
Su obsesión lo acompañó toda la vida, y algunos de sus relatos reflejan esa fascinación por lo sobrenatural. No era solo un narrador de fantasmas de ficción: realmente intentaba encontrarlos.
8. Mark Twain y el destino escrito en las estrellas
El azar a veces escribe guiones perfectos. El humorista y novelista Mark Twain, creador de Las aventuras de Tom Sawyer, nació en 1835, justo el año en que apareció el cometa Halley en el cielo.
En tono irónico, Twain solía decir que esperaba morir con el regreso del mismo cometa. Y así fue: en 1910, apenas un día después de la reaparición del Halley, Twain falleció. Su vida estuvo literalmente marcada por el paso de un astro.
9. Mary Shelley y su macabra iniciación en el amor
La autora de Frankenstein, Mary Shelley, fue una mujer adelantada a su tiempo, rodeada de escándalos y pasiones intensas. Entre las historias más oscuras que circulan sobre ella está la de su primera relación sexual con Percy Bysshe Shelley.
Según testimonios de la época, la pareja mantuvo relaciones sexuales sobre la tumba de la madre de Mary, la filósofa Mary Wollstonecraft, fallecida poco después de dar a luz. Una escena gótica, macabra, casi literaria en sí misma, que marcó el inicio de una relación tormentosa y legendaria.
Como puedes ver, detrás de cada página de nuestros autores favoritos hay cicatrices, secretos y obsesiones que pocas veces aparecen en los manuales de literatura. Conocer estos episodios no disminuye la grandeza de sus obras, pero sí nos recuerda que los escritores también son humanos: contradictorios, vulnerables y, a veces, muy espeluznantes.
Quizás la próxima vez que leas Alicia en el país de las maravillas o Frankenstein, recuerdes estas historias y sientas un escalofrío extra. Porque la literatura, después de todo, no solo vive en los libros… también en las sombras de quienes los escribieron.
